Iván Treskow publica su nuevo libro en Ediciones Letra Clara, El tiempo del silencio, el relato de su experiencia en los campos de concentración chilenos durante la década de los setenta, un período que marcó la vida de muchos de sus compatriotas y la suya propia. La salida a la venta de esta obra que auna el testimonio con la literatura nos ha servido de excusa para charlar un rato con su autor.
El tiempo del silencio es su séptimo libro publicado. Debido al delicado tema que trata en él, ¿qué importancia ha tenido el paso del tiempo para su escritura?
Me ha permitido madurar en mi forma de escribir, de reflexionar sobre lo que me interesa escribir, sobre todo cuando hay aspectos que me tocan personalmente, pero también a otros que tal vez por pudor no lo hacen. En mi relato, de una forma u otra, los incluyo.
Este libro hace referencia al período quizás más difícil para Chile. ¿Cree que, a pesar de los más de treinta años transcurridos desde entonces, aún hay mucho que decir sobre esa época de represión?
Por supuesto, lo que intento relatar no es más que una página de una memoria colectiva que a algunos molesta por el rol que en ella jugaron. Las nuevas generaciones deben conocer lo que se estaba realizando y cómo fue impedido. En las escuelas o en los libros de historia de nuestro país hay "olvidos" que producen vergüenza.
Una de las consecuencia de esa etapa fue el exilio de muchos chilenos. Habiendo vivido esa experiencia en primera persona, ¿qué relación se tiene con el pasado y el presente chileno al otro lado del Atlántico?
La relación que tengo con el pasado -que no es la del conjunto de exiliados- es la sensación de haber dejado algo inconcluso. Entonces entregué toda mi energía pero, al observar el actual proceso chileno, es como si viera algo conocido, algo que avanzara con enorme lentitud y deseara estar allí de nuevo.
El libro es, a nuestro juicio, un retrato valiente pero escrito desde la mesura. ¿Significa eso que las heridas están cicatrizadas?
Las heridas están cerradas, pero no completamente cicatrizadas. Son como diapositivas que guardamos en la mente y cuando menos lo esperamos ocupan parte del presente.
¿Es de la opinión de que libros como el suyo pueden enseñar más que un ensayor histórico-político de la realidad de un país?
En ningun momento intento que narraciones como El tiempo del silencio aporten más que un ensayo histórico. Será el lector el que cree su propio criterio. Pero por supuesto he intentado hacerlo lo más agradable posible a pesar de llos aspectos duros que el evoco.
El tiempo del silencio retrata una parte de su vida, pero en gran medida está contada con mimbres novelescos. A pesar de los durísimos episodios que relata, ¿dulcificó la realidad para el libro?, ¿qué parte de ficción hay en él?
La parte de ficción es mínima; he cambiado algunos nombres y he omitido otros por razones obvias. La parte novelada es una manera un tanto pedagógica de presentar el sujeto para que el lector no sienta rechazo por su crudeza, ya que sobre la tortura mucho se ha escrito y no es necesario entrar en detalles.
Desde luego este libro es recomendable tanto para chilenos como para lectores de otra procedencia. ¿Cree que un lector ajeno a aquellas circunstancias políticas y sociales puede encontrar paralelismos con otras situaciones represivas?
Desgraciadamente las dictaduras se asemejan, y todo aquel que le ha tocado de observar o vivir experiencias similares verá páginas de un pasado que se repiten, pues aunque no las haya vivido todo el mundo ha leído la historia de países bajo régimenes militares. Se encontrará por tanto aspectos comunes.
¿Qué espera de la literatura como escritor y como lector? ¿Qué proyectos tiene para el futuro en este sentido?
Como escritor espero desarrollar aún más mi horizonte de trabajo. A medida que se escribe se tiene la impresión de que siempre hay algo que debemos hacer y eso es un nuevo desafío.
Como lector espero tener el tiempo para enriquecer mi conocimiento sobre otras culturas que me permita ampliar mi terreno de trabajo.
Aconsejamos que la lectura de El tiempo del silencio vaya acompañada de la de Las casas de mi infancia (Ediciones Letra Clara, 2008) libro en el que se relatan los años previos a la dictadura. Sin embargo, ambas obras se pueden leer de forma independiente. ¿Le queda todavía cosas que contar de su pasado? ¿Sentía la necesidad de retrotarse a aquella época para pasar página o, al revés, escribió para no olvidar?
Les agradesco que aconsejen la lectura de El tiempo del silencio, que efectivamente es casi la continuación de Las casas de mi infancia, pero, como bien dicen ustedes, se puede leer uno sin conocer el otro. Como dije antes, las heridas están cerradas pero no cicatrizadas.
Iván Treskow Cornejo (Talca, Chile, 1950) fue profesor de biología hasta 1975, año en que fue detenido y torturado por sus ideas contrarias al régimen. Exiliado en Francia en 1977, pertenece al grupo de teatro Aleph y ha participado en las bienales internacionales de poetas en Bruselas. Forma parte de la Sociedad de Escritores de Chile y, desde hace veintidós años, de la asociación la Puerta de Poetas. Tiene editados Pasajero del tiempo (1982), Reflejos de la existencia (1989), Canto de amor en un siglo de guerra (1992), Con las cartas marcadas (1998), El vagón olvidado (2006) y Las casas de mi infancia (2008), así como poemas incluidos en diversas antologías.
lunes, 4 de mayo de 2009
"El tiempo del silencio", el nuevo libro de Iván Treskow, regresa a uno de los períodos más duros de la historia de Chile
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1 comentario:
Parte de la entrevista me obliga a alcanzar luego ese libro, deja ver lo olvidado por quienes no sufrieron, sino hicieron sufrir.
He tenido la posibilidad de tener los libros de este escritor y la verdad es que son la verdad en papel.
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