lunes, 15 de diciembre de 2008
Luis Rodríguez, ganador del II Premio "Luis Adaro" de Relato Corto: "La literatura nos mantiene vivos."
Luis Rodríguez Rodríguez es el ganador del II Premio "Luis Adaro" de Relato Corto, organizado por la Asociación de Escritores Noveles (AEN). Su obra "La orcina" encabeza el libro que recoge los relatos seleccionados, Velamen, editado por Letra Clara.
ELC: ¿Por qué "la orcina"? ¿Es consciente de que muchos lectores acudirán al diccionario para averiguar el significado de esa palabra?
Luis Rodríguez: La orcina es la pequeña astilla que salta de la madera al cortarla con hacha o zuela. De niño, en mi pueblo, había varios portales con todo el suelo lleno de orcinas de roble, haya, castaño..., los árboles típicos. Algunas veces, cuando llovía, nos refugiábamos en ellos. Ese olor de la orcina mojada forma parte de mí, como los secretos de los que hablo en el cuento.
Esta acepción de "orcina" se conserva únicamente en algunos pueblos de Cantabria y no viene recogida en el diccionario.
ELC: El relato desvela un secreto difícilmente confesable en otras circunstancias que no sean las literarias. ¿Cuál cree que es el papel que desempeña la literatura en la conciencia personal del escritor?
L.R: Creo que la literatura es como el agua: la bebes para subsistir, nadas en ella para hacer deporte, te refresca si te bañas, en la ducha te limpia, te distrae y relaja el chorro de una fuente, y piensas viéndola fruir en un río; el agua apaga fuegos, te transporta, nos mantiene vivos a todos; también inunda, destruye nuestras obras, y, en grandes dosis, nos mata. La literatura es, desde luego, menos importante, pero puede compararse al agua que activa distintos resortes. El mismo agua que apaga un incendio, en un vaso nos quita la sed; así, la misma literatura que llega a entretenernos o evadirnos puede despertarnos una inquietud o abismarnos en una profunda tristeza.
ELC: La escritura dicen que es un pacto comprometido entre el escritor y su tiempo. ¿Hasta qué punto influye "la realidad" que le rodea a la hora de afrontar el acto creativo?
L.R: Afecta decisivamente en los dos sentidos, tanto si eres un escritor absolutamente comprometido con tu entorno y la función social de tu escritura, como en el caso contrario, que es justo cuando escribes rechazando la realidad y creas tu propio mundo (nadie reivindica más la existencia de Dios que los seguidores de las sectas satánicas).
ELC: Llama la atención en "La orcina" el vínculo íntimo que establece con el lector mediante el empleo de una segunda persona intrigante en todo su desarrollo. ¿Qué importancia otorga a la forma en el momento de escribir? ¿Realmente cree que la innovación en la forma salva el contenido de las historias, pues a estas alturas ya se han escrito todas?
L.R: Me gusta el participio "intrigante" aplicado aquí a la segunda persona del cuento. En su escritura tuve claro que quería un interlocutor difuso, incluso introduje algún destello que pusiera en duda su existencia. Sí, creo que la forma en literatura es decisiva, no tanto la innovación, aunque estoy de acuerdo en que lo fundamental está ya escrito hace muchos años.
ELC: Según declaró, éste es el primer concurso literario en el que participaba. ¿En qué punto de su evolución creativa se encontraba como para animarse a ello?
L.R: Yo había escrito muy poco y para mí. Si en algún momento se acercaba mi mujer con interés por los que hacía, se lo dejaba leer, pero nunca trascendió más allá de ella. Ahora, sinceramente, no sé muy bien por qué mandé el cuento al concurso, quizá llevado por la curiosidad o por ver si lo que hacía podía gustarle a alguien; no lo sé.
ELC: Conseguido este premio, suponemos que le habrá servido para iniciar una etapa más activa desde el punto de vista de la edición. ¿Cómo ve su futuro en el mundo de las letras? ¿Se atreverá con una novela, por ejemplo?
L.R: Yo, que entiendo de augurios, veo pocos cambios en mi porvenir literario. En cuanto a la novela, creo que me falta disciplina, constancia y recursos de oficio. Ojalá la escriba algún día.
ELC: Pudimos comprobar el gran bagaje lector que le arropa. Somos de la opinión de que este aspecto de un escritor es fundamental y creemos que usted es un buen ejemplo de ello. ¿Sería tan amable de recomendar alguna lectura imprescindible para el autor novel?
L.R: Obras muy buenas hay muchas. Si he de citar unas pocas, recomiendo El doctor Jekyll y Mister Hyde, de Stevenson: portentosa. Eugenia Grandet, de Balzac: perfecta. Más recientes: Los girasoles cielos, de Alberto Méndez, por identificación, y Crematorio, de Rafael Chirbes: extraordinaria novela, compleja, por ejemplo en el uso de la tercera persona en los monólogos, y desoladora.
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